Capítulo 5: Pepita la Pistolera
Qué clase de historia sería ésta sin un buen capítulo policial….
Ocurrió, creo, en marzo de 1999. A mis casi 28 años acaba de separarme del hombre con quien había convivido 5 años y noviado otros 5. Una historia con mucho amor y con muchos demonios también.
Finalmente, harta y erosionada de tanto pedir no ser abandonada, un día muy preciso, en un instante que aún recuerdo en el comedor de mi hogar en Armstrong, me animé a plantearme si “era para tanto”, es decir, si tanto lo quería como para vivir tan desilusionada (parece que es una sombra que me persigue, la desilusión, digo). Y, …chin pun!!! me di cuenta que no. Así que en un tris (qué será un “tris”?), desplegué mis alas, escupí hasta la última gota de culpa, alterné el negro luto con el verde esperanza y despegué. Me separé con una convicción ridícula, era realmente ridículo que tan poco tiempo antes haya estado tan absorbida en la misma relación de la que acaba de emerger con tanta convicción.
Para ese entonces estaba a escasos meses de iniciar mi beca a USA, la misma que iba a culminar con un broche de oro llamado Leo.
La separación fue en razonables buenos términos y él decidió irse a vivir a Europa, razón por la cual temporariamente dejó un par de cosas en el departamento que hasta hacía muy poquito había sido de los dos. Él partió a Europa. Yo en plenos preparativos para ir a USA.
Así, en mi lindo departamentito trabajaba y soñaba…y aprendía con dolor y convicción a estar sola.
Un lunes a las 20:40 hs, mientras daba clases a un grupo de chicas que venía a casa, suena el portero. Mi ex cuñada. Oh, my god. La Sra M estaba aquí….qué raro, pensé…mucho no me quiere…pero bueh, andará por Rosario y querrá decirme algo del hermano. Y, confieso, hasta sentí cierta alegría porque la verdad es que yo la había querido mucho, antes de ser mi cuñada, fue mi amiga. Pero me parece que ella me quiso como amiga y me odió como cuñada…debo ser una cuñada de porquería porque la de ahora tampoco me quiere… ¿será? o ¿me tocan todas chifladas?
Bajan las alumnas, sube la cuñada. Nos saludamos con civilizada cordialidad. La invito a sentarse, le ofrezco algo de beber, lo sirvo, me siento a la mesa frente a ella y me dispongo a escuchar el sermón de por qué dejé al hermano bla, bla, bla, cuando de repente al mismo tiempo que va hablando, va girando hacia su izquierda para sacar algo de la horrible cartera tipo maletín floreado que tenía.
Sra M— Vine a buscar todas las cosas de mi hermano: un televisor, la radio de mi abuelo y el equipo de música
Yo — Esas cosas te las voy a dar si tu hermano me autoriza. Él las dejó para que yo se las cuide.
Sra M — Me las vas a dar ahora…y termina de sacar el objeto del espantoso maletín floreado. Una pistola 9 mm. Ajusta el cargador, me apunta y repite: me las vas a dar ahora.
Yo — Vos estás loca!! así con un arma, cualquiera!!!.
Pero mientras mi coraje legendario la enfrentaba verbalmente, iba desenchufando el televisor, buscando la radio y preparándole todo el pack de electros…eso sí, siempre haciéndome la que no me callaba!!!!
Cuando el penoso capital del hermano estuvo listo sobre la mesa, dice:
- ahora bajame todas las cosas.
- Son tres pisos por escaleras!!! protesté. Ni aunque quiera puedo bajar ese televisor. Obvio, 1999, era de tubo..pesadísimo
- Esta bien. Yo lo llevo. Dijo decidida Pepita la Pistolera.
Tanto que bajé con la carga de menor peso y la Sra M detrás de mí, llevando el TV de tubo, con ambas manos, pero sin dejar de apuntarme con mucha convicción, con la derecha. Oh, my god, again!!!
Llegamos hasta la vereda:
- Ahora me cargas todo dentro del auto.
Y yo, tonta y re tonta, ojo, sin dejar de protestar, le cargue todito en su baúl. Cuando termino, doy media vuelta, pronta para subir a mi casa, cuando escucho:
- ¿Y esto no tiene control remoto? hablaba del televisor.
Y en un acto de absoluta pelotudez, le contesto con la valentía que me caracteriza (ja):
- ¡Sí, ya te lo traigo!!
No, no, no. No me perdono tanta estupidez. Entré al palier, cerré la puerta, ella quedó afuera, subí al departamento, entre sola a mi departamento, agarré el control remoto, bajé las escaleras, abrí la puerta de entrada al edificio, y se lo di en la mano…ah, eso sí, le dije:
- Tomá metételo en el culo!!.
Por favor, que falta de luces…era necesario depositar en las mismísimas manos de mi agresora el control remoto cuando tranquilamente podría haberme quedado en mi casa, ya a salvo. ¡Sólo me describe una palabra TONTOLOTA!!!!
De nuevo en mi departamentito de 8 x 4, me siento en el sillón, miro al techo, y ahí sí: me largo a llorar. Llamé a mi mamá y a mi amiga Cecilia. En ese orden. Y no lo podían creer, en ningún orden.
Las horas pasaron lentas, en slow motion, pesadas, en ríos de lodo, asfixiantes, me oprimía la ansiedad como un chaleco de fuerza muy ajustado en los brazos especialmente, hasta que finalmente caigo dormida. De repente me despierta el timbre. Son las 6 am. Bajo. ¿Quién será? Era mi Susana.
Pobrecita mi mamá, no había podido pegar un ojo y se tomó el primer colectivo que encontró hacia Rosario. De todo, Sra M, te cuento que lo que te facturé y te facturo más caro, es haber perturbado y nombrado a mi mamá. Digo “nombrado” porque mientras Pepita me apuntaba y yo desenchufaba cables y le preparaba el pedido, ella me amenazaba:
- tené cuidado, no se te ocurra decir ni una palabra de esto a nadie. Ya sabés de lo que soy capaz, vos sabés que yo mandé a cagar a trompadas a mi ex marido, así que a vos te hago quebrar las piernas y no vas a esa beca de mierda a EEUU.
Con la beca, no, pensaba yo y desenchufaba más rápido para que no me impida el viaje.
- Y además en tu casa bastante tienen con el cáncer de tu mamá, dijo la muy yegua, dejándome en claro ese día y para siempre que las personas malas existen.
Sin embargo, mi mamá del cáncer se curó, y a ella la mandé en cana. Literal. Chin pun!